ACERCA DE LA COCINA Y OTRAS HABILIDADES BÁSICAS DE SUPERVIVENCIA

 


Hay habilidades que sólo desarrollamos completamente hasta que nos vemos enfrentados a la necesidad. Ya les he contado un poco acerca de la necesidad de aprender a cultivar, que creo es la segunda habilidad más importante desarrollada por la raza humana para su supervivencia. La primera, nos guste o no es el dominio del fuego y su uso para preparar comida.

Durante muchos años de mi vida, mi relación con la cocina fue escasa y dominada por la aversión. Aprendí los rudimentos de la cocina siendo muy joven y aprendí a ganar dinero que me permitiera comprar mi comida hecha también en mi juventud. Así, tan pronto tuve trabajo estable, estuve o comprando comida hecha o contratando a alguien para que me apoyara en esa tarea que me parecía ingrata. Solía hacer bromas en relación con mi incapacidad para preparar desde café en adelante.

Sin embargo, al aprender a sembrar llegó también el deseo de aprender a cocinar. Y ante la imposibilidad de ir a restaurantes estando en la finca, surgió la necesidad de hacer las paces con la cocina. En realidad tuve un  primer acercamiento a la cocina en la época en que viví en el campo en el Ecuador y retomé el tema en serio en los meses de cuarentena en 2020, en la casita de Tabio, ya que para poder comer las cosas que nos gustaban era necesario intercambiar recetas con familiares y amigos y entrar a la cocina a experimentar. Creo que en ese periodo, todos practicamos alguna receta de pan, empanadas, galletas y otros manjares a los que no teníamos fácil acceso.

En la finca la necesidad de cocinar se ha hecho más evidente. He aprendido toda clase de recetas con verduras con el fin de darle variedad a mi dieta y aprovechar los frutos de la tierra. Recordé como hacer pan de maíz, aprendí a hacer amasijos con harina de yuca y de sagú, he preparado galletas de naranja, he inventado toda clase de ensaladas y guisos de verduras y gracias a mis vecinas aprendí a preparar arracachas, maravillas y malangas. También retomé mi relación con los cereales y las frutas. Con la transición a energía solar no tengo manera de almacenar y congelar carnes, lo que me ha llevado a ser vegetariana optativa y a aumentar mi consumo de huevos y cuajada para compensar el consumo de proteína. He dejado el consumo de proteína animal para los fines de semana cuando bajo al pueblo. También me hace sentir menos culpable con las vacas y gallinas de la vecindad que me visitan, haber limitado consumo de carne de sus congéneres.

Este es un tema en el que estoy a medio camino. Cuando domine el arte de hacer sopa de dulce y envueltos de mazorca sentiré que lo logré. Pero por ahora, puedo decir las cosas que preparo, se dejan comer…

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