GENTE DE CAMPO

 


Estoy un poco alejada de la vida social campesina. Pocas son las fiestas que se realizan, por facilidad de transporte no hago muchos viajes a la tienda de la vereda y escasamente interactúo con mis vecinas más cercanas para intercambiar verduras, comprar huevos, cuajada y vender el pasto. Los momentos de ver a todos los vecinos son en primera medida las reuniones del Acueducto, una que otra de Ordenamiento Territorial, las reuniones de temas ambientales y las citaciones de la Junta de Acción Comunal, donde fui elegida vice presidenta en mi ausencia.

A pesar de no pasar mucho tiempo con ellos, mis vecinos me asombran por su inteligencia, su capacidad de trabajo y su capacidad de adaptación frente a los cambios que se presentan en el día a día. A continuación, algunas de las razones para mi admiración:

-        La preocupación por la conservación de los predios en las zonas altas de la vereda para conservar el agua, en manos de las personas de la vereda. La necesidad de encontrar alternativas a la venta de predios para asegurar que el control y la protección del agua no pasen a manos de terceros, ajenos a la vereda.

-        La capacidad de organización y liderazgo que ha permitido los arreglos de las vías sin o con escasa participación de la alcaldía para asegurar la movilidad entre la parte alta y la parte baja de la vereda, con recursos propios y participación de buena parte de la comunidad.

-        La organización para conservar el valor agregado de los productos como la caña de azúcar, el café, tomate, los arándanos y productos avícolas, al procesarlos o venderlos directamente en la vereda.

-        La correcta administración de los bienes comunes y los recursos que se recaudan para hacer obras, con cuentas claras y reportes de avance a la comunidad.

-        La transparencia en el uso de recursos económicos.

También me enorgullece es ver la capacidad de trabajo de las mujeres a mi alrededor. Mis vecinas manejan por su cuenta sus fincas y las de otros, las mantienen productivas y resuelven problemas financieros, veterinarios y de emergencias prácticamente sin ayuda. Hay empresas agrícolas, tiendas, restaurantes, cultivos,  y otras formas de emprendimiento con mujeres propietarias, administradoras y que generan empleo para otras mujeres.

No todo es perfecto, por supuesto. Hay peleas, chismes y uno que otro incidente de seguridad, como en toda comunidad pequeña compuesta por personas que llevan muchos años estableciendo relaciones personales e interactuando. Pero son más las cosas buenas.

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