RESIDUOS SÓLIDOS


Una de las comodidades de vivir en un pueblo o una ciudad es la desaparición efectiva de los residuos que producimos. Los separamos por tipos, los clasificamos, los sacamos en los días indicados y pasa el camión de la basura y los hace desaparecer de nuestra vista. Es un proceso relativamente sencillo que no nos lleva a pensar mucho más allá que pasa con ellos. Para tranquilizar nuestra conciencia ambiental llevamos bolsa de tela al supermercado o canasto a la plaza y hacemos correctamente la separación de los residuos reciclables.

Viviendo en el campo el tema es diferente. Normalmente los pueblos no tienen servicio de recolección de residuos en las zonas rurales y tampoco disponen de contenedores donde las personas del campo podamos disponer de nuestros residuos. Nos toca hacer coincidir nuestro viaje al pueblo con el paso del camión recolector de la basura y soportar las miradas de desaprobación de las personas cuando ponemos nuestra bolsa de residuos frente a una casa que no es la nuestra. En el peor de los casos vemos montones de basura en las carreteras y caminos en espera de alguna campaña para ser recogidos. Y esto a veces toma meses, años o simplemente no sucede.

Una de las tareas que me autoimpuse tan pronto como compré la finca fue la de recoger la basura que los anteriores propietarios habían dejado. Fue un proceso largo y tedioso. Junto con los desechos de la construcción de la casa hice un viaje y saqué toda la basura que tenía hasta ese momento al pueblo.

A partir de ahí me propuse una estrategia para producir la menor cantidad de residuos posible. La mejor parte es el manejo de los desechos orgánicos que van a la pila de compost tan pronto como se producen y se convierten en abono. Los reciclables también son fáciles porque sólo hay que tenerlos limpios y cuando se llena un bulto, bajarlos al pueblo y entregárselos a los recicladores directamente. Algunas de las cosas no aprovechables se incineran en fogatas utilitarias semanales y se produce ceniza para las plantas. En mi caso, con tres gatos, reemplacé la tierra de gato por tierra normal y pellets de cartón. También decidí no hacer compras innecesarias de ropa, zapatos, muebles y enseres de difícil disposición final. Darle un primer, segundo y hasta tercer uso a cada cosa para evitar que su ciclo se acabe tan rápido. Queda un remanente de empaques, sobre todo de alimentos, que son inevitables y difíciles de manejar. Pero la mi cantidad de residuos ha cambiado de una bosa semanal a una bolsa cada semestre. Y la meta es llegar a bajar residuos solo una vez al año.

Tomar decisiones sobre qué hacer con los residuos y tener que tomar acciones directas para disponerlos ayuda a tener un poco más claro el panorama a la hora del consumo. Porque los desechos que se lleva el camión no desaparecen. El porcentaje efectivo de reciclaje a nivel mundial es de un 9%. Todo lo demás va un relleno sanitario que está causando un problema ambiental en alguna parte. Y lo único que podemos cambiar son nuestros hábitos de consumo. Lo demás está fuera de nuestro alcance.

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