CAMINATA AL PARAISO
Como todos los años, el 2024 empezó con el propósito de
hacer al menos una caminata a la montaña, en época de verano. No tenía muy
claro a cuál de las montañas que me rodean, pero estaba segura de querer
recuperar una de mis actividades favoritas, que por cuestiones de tiempo y de
salud he tenido que posponer los últimos años.
La oportunidad se presentó, cuando en una de las reuniones
con mis amigos de la Junta del Acueducto me presentaron a Don Miguel Segura.
Don Miguel es propietario de una finca que se llama el Paraíso en los límites
entre Guanica Molino y Ciénega Valvanera, de aproximadamente cincuenta hectáreas
de las cuales treinta corresponden a bosque nativo que no ha sido intervenido
por el hombre. Como dicen los vecinos, mata que nunca ha sido tocada. El día de
la reunión establecimos el contacto y comencé a buscar amigos que me quisieran
acompañar en mi aventura.
Don Miguel y yo nos reunimos para acordar la ruta,
establecer las condiciones de la guianza y fijar una fecha tentativa. Acordamos
que la subida se realizaría en la primera semana de Abril, un día entre semana,
que resultara conveniente para ambos. Por diferentes razones, los invitados
declinaron la invitación, pero yo estaba convencida de querer ir. Finalmente el
viernes 5 de Abril, tras un par de días lluviosos, amaneció despejado y con el
clima perfecto para el ascenso.
Para llegar al Paraíso hay que andar un trecho largo por
carretera desde la escuela de Guanica Grande, pasando por el punto denominado
El Divino Niño, subir hasta la escuela de Guanica Molino y desde ahí hasta el lugar
donde se acaba la carretera. De este punto en adelante hay un camino de
herradura y el trecho final se realiza atravesando potreros hasta la entrada de
la finca. Don Miguel, muy precavido llevó su caballo e hicimos el recorrido por
momentos a pie y otros tramos, a caballo.
Durante el recorrido que duró tres horas y media subiendo
encontramos lugares desde los que se puede ver la cuenca del rio Garagoa, el
municipio de Pachavita y el Páramo de Cristales. Me contó don Miguel que de
noche también se pueden apreciar las luces de otros municipios. Como buen guía
el recorrido estuvo amenizado con historias de los acontecimientos de la
región, avistamientos de animales silvestres y domésticos, cuentos de mohanes*
y de encantos**.
Al llegar, el Moro, que tan amablemente nos condujo hasta la cima
pudo descansar y el ganado que pasa algunas temporadas solo en el páramo, salió
a saludar. Mientras encendíamos el fogón para hervir agua y calentar parte del
almuerzo estuvimos conversando acerca de las potencialidades turísticas del
lugar, de las posibles adecuaciones que necesitaría la casa para poder recibir
visitantes y las actividades que se pueden hacer en la finca además de la caminata. Después de compartir el almuerzo hicimos un
par de recorridos circulares hasta los cuatro nacimientos de agua que tiene la
finca, hasta el pie del bosque y a un mirador de la cuenca de la Quebrada Las
Moyas, que es la fuente abastecedora del Acueducto Municipal de Garagoa.
Sobre las tres de la tarde iniciamos el descenso y llegamos
al punto de partida sobre las cinco y treinta de la tarde. Después de un día
despejado y un clima perfecto para caminar, se soltó un aguacero fuerte… La montaña
nos había dado permiso de visitarla y nos regaló buen clima hasta que
regresamos.
Caminar es mi mejor terapia, alimenta mi espíritu y creo que
me hace mejor persona. La belleza de los paisajes y reto de llegar a la cima me
ayuda a sentirme agradecida con la naturaleza y a poner mis problemas y mi ego
en perspectiva.
* Mohan: El Mohán es un personaje perteneciente a los mitos folclóricos de Colombia. Se le describe como un ser humano, muy corpulento, con una abundante, larga y descuidada cabellera con la que cubre gran parte de su cuerpo. Otras veces cuentan que es un ser musgoso, de ojos brillantes y uñas largas y afiladas. Fuente: Wikipedia.
La narración antoja para hacer ese recorrido...
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