PERROS Y GATOS

 


Me acompañan en mi aventura tres perros propios, dos perros visitantes y tres gatos propios. Todos adoptados en diferentes circunstancias, los animalitos son mi compañía, mi principal ocupación y una de mis fuentes de entretenimiento. No tenía planes de tener tantos pero así se fueron dando las cosas.

También llegaron para enseñarme que la naturaleza es sabia, está organizada y que el instinto animal es maravilloso y terrible a la vez.

Los perros viven afuera. Tienen un espacio cercado con su casa y ocasionales momentos de libertad durante el día. La idea inicial era que vivieran libres y aprendieran a ser perros de campo pero recién llegado Rux, mató una gallina de la vecina, lo que lo condenó a libertad limitada en una guaya de 15 metros al frente de la casa; con el tiempo Laika descubrió los nidos de las gallinas y empezó a robar huevos y recientemente Sammy, la más joven de la manada  se unió a estas fechorías con una acción combinada entre perseguir gallinas y robar huevos. Por algo nos enseñan de niños a evitar las malas compañías.

Mis gatos se han ido adaptando a los cambios, a los viajes y los nuevos paisajes. Ahora son Jack, el gato mayor, Mimi, la dueña de la casa y Cirilo, el gato menor. No salen de la casa porque serían presa de los perros (los propios y ajenos). Sin embargo la vida campestre les amplió el panorama, pueden tomar el sol tanto en la mañana como en la tarde, fiscalizan mi trabajo y ocasionalmente se acercan a pedir comida, atención o a recordarme que ya llevo mucho tiempo frente a la pantalla.

Las visitantes son la madre y la tía de Sammy, dos perras campesinas, cazadoras y llenas de cicatrices de múltiples batallas contra animales silvestres, otros perros y algunos humanos no tan humanos. Llegaron a mi casa embarazadas a pedir comida y a hacer guardia ocasional en agradecimiento por el bocado que les doy y para mostrarme el amor materno incondicional. Si llegan a pedir comida y alguno de sus hijos (ya grandes, destetados hace rato) está presente, dejan de comer y le ceden el bocado al hijo. Y cuando por alguna travesura oso a disciplinar a Sammy guardándola en el corral o a regañarla, la madre, se pone digna, me mira con cara de desaprobación y se marcha a hacer guardia a alguna de las casas vecinas. Dura ofendida hasta la siguiente comida.

Mis hermanos y yo hemos ido adelantando una campaña de esterilización de las gatas y perras de la vecindad. Gracias a ellos y a un veterinario compasivo que hace visitas a las veredas a esterilizar animalitos ya las cuatro gatas de las vecinas y las perritas,  Samantha (madre de Sammy, alias Vicky) y Rachel (amiga de Samantha y madre de León y otros seis perritos dispersos en las cercanías, alias Cusumba) fueron esterilizadas. Es una tarea de nunca acabar pero al menos para ellas ya la vida cambió.

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